Un Community Manager debe de crear, cuidar y dinamizar la comunidad de una empresa y por eso, tiene por delante muchas tareas a lo largo de su día. Una de las más importantes: crear contenido, informar y entretener. Y esto no suele hacerse únicamente en las redes sociales, sino que por lo general, es el propio profesional el que se encarga de gestionar un blog corporativo, el cual le ayudará a nutrir las redes sociales de la empresa de vídeos, contenidos de valor y crear una imagen corporativa interesante para el cliente/consumidor.
Para convertirse en Community Manager se tiene que estar al día de la actualidad y las tendencias de la industria, así como de todas aquellas fechas que son vitales para el sector en el que se encuentra la empresa y que por tanto, pueden convertirse en una oportunidad para conectar con la comunidad.
Otra de las tareas que debe llevar a cabo un Community Manager es gestionar y crear contenido. Y para ello hay herramientas que sirven para identificar cuál es el mejor momento para publicar esos contenidos, qué tipo de publicaciones y formatos consiguen conectar mejor con la comunidad para llegar a su público objetivo. Al seguimiento de las publicaciones realizadas, la interacción con la comunidad y el análisis del rendimiento de todo este trabajo hay que añadir otra tarea que nunca debe pasarle por alto: la de estar prevenido e informado.
Habilidades del Community Manager
No basta con usar Facebook o Twitter para gestionar una comunidad online. Tener miles de seguidores en las redes sociales no significa que ser un profesional cualificado. Ser Community Manager, aparte de formación, requiere un buen número de habilidades. De estas dependerá, en gran parte, tu éxito:
- Empatía. Comprender y ponerse en el lugar de los demás es una habilidad práctica que nos viene muy bien para la vida en general, pero para ser Community Manager se debe tener agudizada dicha capacidad. Entendiendo las necesidades de la comunidad, el profesional lo debe proporcionar.
- Actitud. Sin actitud no hay buenos resultados. Un buen Community Manager debe ser optimista, innovador, abierto, constante, empático, humilde y transparente. De un Community Manager deben emerger infinidad de ideas que ayuden a la empresa a triunfar.
- Escucha activa. Sin escucha activa no hay gestión válida. Esa es una de las verdaderas claves para identificar las necesidades de la comunidad, comprender su comportamiento, ofrecer contenidos interesantes y, en definitiva, marcar el rumbo de acuerdo con los cambios y nuevas tendencias del sector.
- Capacidad de medición de resultados. La medición de resultados es una parte del trabajo del Community Manager que no se puede obviar. Ser capaces de realizar las mediciones necesarias resulta útil para saber si el trabajo que hacemos está surtiendo efecto o si, por lo contrario, es necesario llevar a cabo un giro en la estrategia.
- Persuasión. Es el objetivo que persigue cualquier organización con su mensaje o su marca, así que es importante que un Community Manager tenga la habilidad de influenciar a la comunidad para conectar con sus mensajes. Para conseguirlo, se necesitan unir varios de los superpoderes y trabajar el mensaje a conciencia.
- Comunicación. Es un trabajo diario. Un Community Manager pasa el día comunicándose con los demás, así que es importante tener habilidades en este sentido y saber expresar las de manera fluida a través de los textos, imágenes o vídeos. Al mismo tiempo, se debe ser habilidoso a la hora de responder e interactuar con la comunidad y para ello nunca viene mal una buena dosis de ingenio y creatividad.
- Emoción. Emoción es vida. Y también es pasión por aquello que se hace. Hay que ser capaz de implicarse en el proyecto y emocionarse con él, así se estará preparado para transmitirlo a los demás.
- Responsabilidad. Para un Community Manager, las redes sociales no son una manera de pasar el rato. Es importante conocer los objetivos de la organización y contar con una buena hoja de ruta. Por eso es necesaria una alta dosis de responsabilidad para gestionar bien el día a día y ser capaz de analizar los resultados cuando toque hacer balance.